No, no puedo —dijo Dan—. No puedo levantar una pieza más de goma.
— ¿y cómo vamos a sacarnos todo este material de encima? —Preguntó el cigarro—. Tenemos que hacer sitio para el suministro que llega mañana.
—alquile otro edificio, contrate más gente, están matando al personal, destrozándoles el cerebro, ni siquiera saben dónde están, ¡MÍRELOS! ¡Mire a esos pobres idiotas!
Y era verdad, los obreros apenas parecían humanos, tenían los ojos vidriosos, tenían un aire abatido y demente, se reían por cualquier cosa y se burlaban unos de otros continuamente, los habían vaciado por dentro, habían sido asesinados.
—Son sus compañeros, son buena gente —dijo el cigarro.
—claro que lo son. La mitad de su salario va al Estado en impuestos, la otra mitad se va en coches nuevos, televisión en color, esposas estúpidas y cuatro o cinco tipos distintos de seguros.
—si no trabaja usted las horas extras como los demás, se queda sin trabajo, Skorski.
—entonces me quedo sin trabajo, Blackstone.
—soy un hombre honrado y quiero pagarle.
—en la oficina de trabajo del Estado.
—allí le enviaremos su cheque por correo.
—muy bien, y háganlo rápido.
Al abandonar el edificio, tuvo la misma sensación de libertad y maravilla que experimentaba siempre que le despedían o que dejaba un trabajo, al dejar aquel edificio, al dejarles allí dentro... « ¡Has encontrado un hogar, Skorski! ¡Nunca habías tenido una cosa tan buena!» por muy basura que fuese el trabajo, los obreros siempre le decían eso.
Fragmento.
Tomado como referencia lúdica y apoyo para el desarrollo académico.
Copia privada para fines exclusivamente educacionales
Prohibida su venta
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