El lunes estaba con resaca. Me afeité la barba y escogí una oferta de trabajo. Me senté frente al director, un tío en mangas de camisa con unas profundas ojeras. Tenía pinta de no haber dormido en toda una semana. Hacía frío y el sitio estaba a oscuras. Era la sala de composición de uno de los dos periódicos locales, el más humilde. Los hombres se sentaban en los escritorios bajo las lámparas de flexo componiendo las páginas para la imprenta.
—Doce dólares a la semana —dijo.
—Está bien —dije—, lo cojo.
Me puse a trabajar con un hombrecito gordo con una barriga de apariencia insana. Tenía un reloj de bolsillo pasado de moda con una cadenita de oro y llevaba chaleco, una visera, tenía labios de gorrino y un oscuro aire carnoso en la cara. Las líneas de su rostro no tenían interés ni mostraban carácter; su cara parecía como si hubiese sido doblada muchas veces y luego desplegada, como un pedazo de cartón. Llevaba zapatos anticuados y mascaba tabaco, echando el jugo en una escupidera a sus pies.
—El señor Belger —dijo del hombre que necesitaba dormir—, ha trabajado muy duro para levantar este periódico. Es un buen hombre. Estábamos en bancarrota antes de que él llegara.
Me miró.
—Normalmente le dan este trabajo a algún estudiante.
Es un sapo, pensé, eso es lo que es.
—Quiero decir —continuó—, que este trabajo normalmente le viene bien a un estudiante. Puede estudiar sus libros mientras espera algún recado. ¿Eres estudiante?
—No.
—Este trabajo suele cogerlo algún estudiante.
Me fui a mi despachito y me senté. La habitación estaba repleta de pilas y pilas de planchas metálicas, y en estas planchas había pequeños moldes de zinc grabado que habían sido usados para anuncios. Muchos de estos moldes eran utilizados una y otra vez. También había montones de hojas mecanografiadas
—nombres de los clientes, artículos y logotipos. El gordo gritaba ¡Chinas-ki! y yo iba a ver qué anuncio o noticia quería.
Fragmento.
Tomado como referencia lúdica y apoyo para el desarrollo académico.
Copia privada para fines exclusivamente educacionales
Prohibida su venta
Libros recomendados:
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