Libro Gratuito digitalizado " Las edades de Gaia" James Lovelock

Cuando escribí el primer libro sobre Gaia no tenía la menor idea de que sería tomado como un libro religioso. Aunque pensé que el tema era fundamentalmente científico, no hay duda de que muchos otros lectores opinaron de otra manera. Dos terceras partes de las cartas recibidas, y que todavía se reciben, trataban del significado de Gaia en el contexto religioso. Este interés no sólo se ha circunscrito al estado seglar; una de las cartas más interesantes provino de Hugh Montefiore, entonces obispo de Birmingham. 

Me preguntaba qué es lo que creía yo que había aparecido antes, la vida o Gaia. Mis intentos de contestar a esta pregunta me llevaron a mantener correspondencia con él, que se expone en un capítulo de su libro The Probability of God [La probabilidad de Dios]. Sospecho que algunos cosmólogos también reciben preguntas semejantes por parte de los que se imaginan que casi se saludan con Dios. Fui ingenuo al pensar que un libro sobre Gaia sólo sería tomado como algo científico. 

Entonces, ¿qué pienso acerca de la religión? Cuando era estudiante, un cuáquero practicante me preguntó seriamente si alguna vez había tenido alguna experiencia religiosa. No comprendiendo lo que me preguntaba pensé que se refería a una aparición o un milagro y le dije que no. Mirando atrás desde una perspectiva de 45 años me inclino a pensar que habría tenido que decir que sí. La vida misma es una experiencia religiosa. Sin embargo, en aquella ocasión la pregunta casi no tenía sentido porque implicaba la separación de la vida entre una parte sagrada y otra secular. 

Ahora creo que no puede haber tal división. En cualquier relación, en el plano de la satisfacción personal, hay momentos de deleite y de dificultad. Para mí, un punto álgido fue cuando Jim Morton, el deán de la catedral de St. John, en Nueva York, me pidió que le ayudase en una celebración religiosa. Todavía recuerdo maravillado cómo formé parte de aquella procesión llena de color, junto a él y otros clérigos, vestidos con ropas medievales. La música del coro cantando Morning Is Broken me parecía que adquiría un sentido nuevo en el ambiente de aquel sitio sagrado. Fue una experiencia sensual que no por ello me pareció menos religiosa. 

Fragmento 



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